Cuando renace la verdad
Dicen que, en las guerras, lo primero que muere es la verdad; disiento de tal afirmación, porque lo primero que veo en esta guerra morir es la mentira, y sus disfraces.
Es esta una guerra desigual contra un enemigo extraño y frio, silencioso e indiferente a la tragedia que provoca; y por la potencia del ataque, arranca todos los cartones pintados del escenario y la superficial banalidad.
Detrás, muy por detrás aparece la descascarada pared de la realidad, nuestros temores y el más perverso egoísmo.
El egoísmo de siempre aparece luciendo sus mejores atavíos, se nutre del temor y humilla para lograr el beneficio de sus 20 monedas, vendiendo su alma y su basura por cien lo que no vale ni dos.
Luego llega el minúsculo enemigo, que ataca nuestros débiles y olvidadas fortalezas, desnuda la verdad y la expone en su verdadera dimensión, a quien desee verla.
El virus solo desea vivir como cualquier animal, y en este caso su poder es su frágil infinitud expansiva e implacable. Como buen predador parasitario entra por la descuidada puerta trasera de nuestra humanidad y allí quiere darse el festín para sobrevivir. Probablemente sucumba en el intento, pero no todas las veces.
En la guerras, si pretendemos ganarlas, bien nos hemos de preparar con la mejor estrategia, las mejores armas y los mejores hombres. Ellos serán los que detengan al enemigo; pero en estas lides menos románticas, como esta colosal pandemia, nos sorprende avergonzados con nuestras tropas empobrecidas, menospreciadas y olvidadas.
Hoy nos damos cuenta de que hemos pagado fortunas por ver o escuchar lo banal e irrelevante, lo divertido, lo placentero; y hemos dejado en la miseria a quien se ocupa de lo esencial, de quienes nos cuidan o protegen de invisibles enemigos siempre al acecho.
Nuestros astros del deporte, nuestras estrellas del moderno vodevil, los fantásticos blogueros, los que hacen la política o la justicia, lo mejor pagados hoy no pueden ayudarnos; han huido a preservarse, son inútiles ante la tragedia
Los olvidados, los peor pagados, los que nos cuidan, los que nos protegen, no los encumbrados, los de las trincheras, los anónimos, los que en realidad mueren en la primera línea de combate en una guardia, o en la ambulancia, o en la calle, esos que hoy nos cuidan a esos no los hemos cuidado nunca
La mentira está muriendo, oíd mortales el nuevo grito sagrado…la mentira está agonizando.
Espero que luego de esta tragedia se vea develada esa espina que tanto preocupa, con la que se especular y se oculta detrás de mil cortinas de frágil seda y guantes blancos. esa espina que a mucho preocupa y que ronda susurrando ,
es mentira.. Se van perdiendo Muchas vidas cada día y aún así, la duda. Los médicos y la ciencia es ignorada..
Afuera la sociedad pide aire, parques, playa, bares
Ingratitud sabida.. ,
Adentro las víctimas no tienen aire..
Injusticia conocida.
Cómo sabemos la mentira y el ladrón
Nunca llegan al portón!